Lecciones aprendidas en la naturaleza silvestre

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Nazarene News
Desert-BGS
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Algunos han comparado COVID-19 con una experiencia de naturaleza silvestre global compartida. La analogía parece apropiada. Mientras que el exilio es más como la experiencia de no estar en casa en la cultura, la naturaleza silvestre es más similar a vivir en un tiempo de escasez e incertidumbre. Considere lo que implica la naturaleza silvestre: la comida en un suministro corto, el agua es escasa, los animales silvestres vagan en la noche, la exposición a los elementos es real, y uno está lejos de las comodidades del hogar. La naturaleza silvestre es un lugar de escasez y peligro: hay mucho que temer en la naturaleza silvestre. Sin embargo, también hay mucho que ganar en la naturaleza silvestre.

La naturaleza silvestre se menciona a menudo en las Escrituras como un lugar de preparación para el pueblo de Dios. Moses pasó décadas en el desierto antes de que viera un arbusto en llamas que no fue consumido. David pasó gran parte de su vida temprana como un pastor y luego como un fugitivo tratando de sobrevivir en la naturaleza silvestre. Ahora sabemos que esto era por diseño: Dios lo estaba preparando para ser el rey pastor de Israel. Elijah, John el Bautista y Paul pasaron tiempo solo en el desierto antes de lanzar asignaciones ordenadas por Dios y nombradas por el Espíritu. Jesús mismo pasó 40 días ayunando y orando en el desierto, durante el cual fue tentado severamente por el diablo pero donde también mejoró una confianza permanente en Su Padre Celestial en la preparación para Su ministerio público de predicar, enseñar y curar. ¿Cuál es el punto? Dios puede, y a menudo elige usar los períodos de desierto de nuestras vidas para prepararnos, refinarnos y crear una dependencia total en Él.

No estamos felices por la naturaleza silvestre de COVID-19 en la que nos encontramos, pero también confiamos en que en medio del peligro y la incertidumbre de todo, Dios está con nosotros. Hay lecciones que aprender en estos lugares de inestabilidad y incomodidad. Una de las principales preocupaciones que compartimos para la iglesia es que saldríamos de esta temporada de desierto y extrañaríamos lo que Dios quiere que aprendamos. No ser diferente sería una tragedia. Quizás lo que debemos venir a anhelar por encima de todo lo demás en estos días de caos es el regalo de la claridad, además de una dependencia renovada del Dios que está presente en cada situación y nos invita a lanzar todas nuestras preocupaciones sobre Él.  

Estamos en nuestro camino a Pentecostés.

Gracia y la paz a todos ustedes,

Junta de Superintendentes Generales

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