¡Al mundo paz! ¡Nació Jesús!!

¡Cuán a menudo cantamos las palabras de este preciado villancico sin considerar profundamente su significado! Porque de tal manera amó Dios... ¡Cristo ha venido! La asombrosa gracia de Dios restaura la imagen misma de Su Hijo en nosotros, equipándonos e invitándonos a ser parte de Su misión. ¡Como hijos adoptivos de Dios, participamos de su misma naturaleza! Nos es difícil comprender este increíble regalo (mientras estamos profundamente conscientes de nuestro desmerecimiento) y con demasiada frecuencia, nos cuesta comprender el audaz privilegio que tenemos de llevar Su gracia al mundo que nos rodea.

Como miembros de Su familia global, el Espíritu Santo nos ha dado poder para ser testigos, embajadores, reconciliadores y sirvientes, y mientras disfrutamos de Su abundante e ilimitada gracia, ¡podemos ser participantes al dar de la misma forma como Él dio! En medio de las tensiones del mundo, que la Iglesia sea un instrumento de paz, que lleve la unidad a nuestras familias, comunidades y al mundo.

En Navidad y siempre, "Que el Dios de esperanza le llene de alegría y paz en la medida que confía en él, para que pueda rebosar de esperanza por el poder del Espíritu Santo".”
(Juan 3:16, Romanos 8:15, 2 Pedro 1: 4, Hechos 1: 8, Romanos 15:13)

Junta de Superintendentes Generales