Ucrania un año después: la historia de Zee
Zee Gimon recuerda estar en la cocina de su casa de alquiler en Berlín, luchando contra el sentimiento de extrañar a su país.
"Me encanta cocinar", dice Zee. "Tengo un enorme surtido de especias en casa, en mi cocina".
Pero en Berlín, la sal y la pimienta eran las únicas especias en el armario.
"Eso fue difícil", dijo Zee. “No puedo comprar todas las especias que tengo en casa, porque voy a volver. Pero al mismo tiempo, ¿cómo puedo encontrar algo que me traiga alegría? Porque me encanta cocinar”.
Era el verano de 2022, y Zee estaba viviendo con la tensión diaria de una vida en dos lugares: la vida de un refugiado.
Cuando estalló la guerra, el marido de Zee se unió a la guardia territorial ucraniana. La pareja decidió que ella y sus dos hijos se quedarían en casa.
"No teníamos absolutamente ningún deseo de irnos", dijo Zee.
Se prepararon para esperar la guerra de la manera más segura posible, comprando productos no perecederos y agua extra. Pero después de un corto período de vivir en múltiples hogares temporales, incluida su iglesia, Zee tomó una decisión increíblemente difícil: ella y sus hijos abandonarían Ucrania. Su marido, sirviendo en el ejército, se quedaría.
"Para mí, era importante que él no pensara en nosotros, porque estábamos bien, sino pensando en lo que tenía que hacer", dijo Zee.
Así que reunió a sus dos hijos, su madre y el gato de la familia, y salió de Ucrania.
Cinco días después, se encontraron en Berlín. Si la familia hubiera querido mudarse, dice Zee, la ciudad habría sido perfecta. Sus hijos fueron a una escuela cristiana privada, ella y su madre se ofrecieron como voluntarias en su iglesia local, y rápidamente encontraron nuevos amigos.
"Alemania fue genial", dijo Zee. "Pero seguíamos siendo refugiados. No estaba en casa".
Mientras que su apartamento era espacioso y cómodo, Zee echaba de menos dormir en su propia cama y cocinar con su multitud de especias.
“Quería tener mi pequeño apartamento con todo en su lugar”, dice ella.
Todos los días, Zee seguía recordando la vida y los seres queridos que había dejado atrás.
Ella estaba llenando un formulario y leyó la pregunta: "¿Eres un/a padre/madre soltero/a? Sí o no".
"Me tomó una semana responder la pregunta", dijo. "No me atrevía a contestar".
En Alemania, ella estaba trabajando como madre soltera.
“Pero por otro lado”, recuerda Zee, “no soy madre soltera, porque mi esposo está, por el momento, vivo”.
Tuvo que declarar oficialmente que estaba actuando como madre soltera para recibir algunos servicios.
"Fue muy aterrador", dice ella. "Estaba tan acostumbrada a confiar en mi marido. Estábamos siempre juntos; hacíamos ministerio juntos; trabajábamos juntos; hacíamos familia juntos”.
Perder el apoyo físico y la presencia de su esposo fue horrible; y, sin embargo, Zee dice que esto es lo que la empujó a una relación más profunda con Dios.
"Sólo tenía a Dios en quien apoyarme", recuerda.
Zee dice que esos momentos más difíciles fueron cuando estaba más agradecida de haber servido a un Dios que responde a las oraciones.
“Había mañanas en las que me levantaba y decía… No tengo ninguna fuerza. No tengo ni idea de cómo voy a vivir este día", dijo.
Pero cada día había suficiente gracia, su maná diario. Dios la llevó a través de cada hora difícil; y su confianza en Él se profundizó.
Para continuar leyendo el testimonio de Zee, haga clic aquí.