¡Saludos a la familia nazarena!

El año 2020 comenzó como cualquier otro año. Comunidades, iglesias, familias, todos nosotros, comenzamos el nuevo año y la nueva década con planes para el nuevo año y sueños para la nueva década. Los pastores tenían sus planes para lograr su Visión 20/20; muchas familias tenían planes y propósitos para el nuevo año.

Sin embargo, a medida que avanzaba el año, nos recibieron con la triste noticia de una pandemia que afectó al mundo entero. Esta pandemia afectó a todos los países y comunidades y, como resultado, se nos ordenó distanciarnos socialmente. Debido a eso, la gente se quedó en casa y dejó de ir a la iglesia. Muchos de nosotros no pudimos ir a trabajar, lo que resultó en una profunda crisis económica mundial. Y debido a la crisis económica, las sociedades experimentaron la confusión de enfermedades sociales de décadas y siglos que habían estado latentes y que resurgieron durante la época de la pandemia. Familias, comunidades y países enteros se vieron afectados e infectados no solo por el virus de la pandemia sino también por el virus de esas enfermedades endémicas que no se habían abordado. Esto resultó en tensiones sociales y étnicas en muchos de nuestros países. ¡Hablando de una tormenta perfecta!

Hemos hablado con muchos líderes, pastores y jefes de familia, y la mayoría de las personas con las que nos hemos encontrado nos dicen lo inesperado y traumático que ha sido este momento. Este es un momento para el que nadie estaba realmente preparado. Nadie esperaba realmente una pandemia de esta magnitud y su impacto posterior. Muchos de nosotros confesamos que no estábamos preparados para ello y que realmente nos sentimos inadecuados en cuanto a qué hacer. Algunos líderes nos dicen que hay pastores y padres de familia que están tan desesperados por la incertidumbre del estado actual de las cosas que “sienten que se ahogan”.

Esta "tormenta perfecta" en el mundo nos recuerda la historia que se narra en el octavo capítulo del Evangelio de Lucas. El Señor Jesús acababa de invitar a los discípulos a unirse a él, subir a la barca y navegar con él hasta el otro lado del lago, donde tenían la misión de ir a ministrar a un hombre que estaba poseído por demonios. Por supuesto, los discípulos no sabían completamente acerca de la misión, pero aun así se unieron a Jesús en el viaje hacia el otro lado.

Mientras cruzaban el lago, y cuando Jesús se había quedado dormido, se produjo una tormenta que golpeó su embarque. Ahora, esta tormenta especial era un "viento repentino, inesperado y violento que acompañaba al aguacero". Según su propia definición, los discípulos no estaban preparados para la tormenta y entraron en pánico. Se dieron cuenta de que el Señor estaba dormido, así que corrieron hacia él y lo despertaron. Ya conocemos el resto de la historia: El Señor de la Tormenta se puso de pie y calmó la tormenta. Los vientos amainaron y la tormenta se apaciguó con el sonido de Su voz.

Después de eso, se volvió hacia sus discípulos y les preguntó: "¿Dónde está su fe?"

Esta historia del Evangelio de Lucas nos ayuda a aprender algunas lecciones relevantes para los tiempos que vivimos ahora. La primera lección tiene que ver con la profundidad del llamado. El Señor llamó a los discípulos para que se unieran a él. No les dijo que fueran solos mientras él se quedaría en la orilla esperando a que cumplieran la misión. La primera lección se basa en el hecho de que Dios nos llama a ir con él. Es una co-misión. Él está con nosotros.

La segunda lección de la historia es que la misión de Dios, la misión que nos ha encomendado, está al otro lado del lago y no en la comodidad de la orilla. La misión está al otro lado del lago, al lado de las vías, al otro lado de la frontera, al otro lado del océano y al otro lado de la comunidad. La misión no está en la comodidad de lo que nos hemos acostumbrado en la orilla de nuestro ministerio diario.

La tercera lección de la historia es que Jesús, el Señor de la Iglesia, a menudo es relegado al papel de un durmiente cuando estamos en la iglesia navegando con nuestro propio "control de crucero". Afortunadamente, siempre está con nosotros, tal como prometió. Entonces, cuando nos golpea la tormenta, ¡él está allí! Es en medio de las tormentas perfectas y cuando sentimos que nos estamos ahogando que él está ahí por nosotros. Él está listo y disponible para escuchar nuestro grito desesperado de ayuda en el mismo momento en que nos sentimos desesperados e indefensos.

Y hay mucha verdad en eso. Él está ahí en el momento en que sentimos que estamos desesperados e indefensos en medio de las tormentas de la vida y el ministerio. Porque es en esos momentos de tormentas profundas cuando nos damos cuenta de que, sin Jesús, estamos realmente desesperados y desamparados.

La buena noticia es que este momento de una tormenta perfecta global es un buen momento para pedir ayuda al Señor de la Tormenta. ¡Hay incluso mejores noticias! La noticia es que el Señor está listo para silenciar la tormenta que nos abruma. Entonces, mientras enfrentamos esta triple tormenta en el mundo; la tormenta de una pandemia global, la tormenta de la recesión económica y la tormenta de tensiones sociales y étnicas en nuestras comunidades, nuestra oración es, ante todo, que nos recordemos de nuestro llamado. Nuestro llamado a ir con Jesús. No estamos llamados a ir solos. ¡Él está con nosotros!

Nuestra oración también es que nuestros ojos permanezcan enfocados en su misión, una misión que está al otro lado, más allá de nuestra zona de confort. Y también oramos para que, en medio de la tormenta, nuestra fe se centre en Jesús, el Señor de la tormenta. Él calmará la tormenta y la tormenta le obedecerá.

¡Que el Señor los bendiga!

Junta de Superintendentes Generales

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