Este es un relato en primera mano de Marleidy Sánchez, una misionera nazarena que sirve en Panamá, que describe cómo una familia encontró el amor transformador de Cristo gracias a una tarde en la que se dedicaron a tocar puertas.

Al llegar a la ciudad de Panamá como nuevas misioneras, nos dimos cuenta de que nuestro sitio, Los Libertadores, se caracterizaba por tener rascacielos de más de 15 pisos, llenos de apartamentos. Como había muchísimos niños, una de nuestras primeras actividades a realizar allí fue la Escuela Bíblica de Vacaciones. Ingrid (mi compañera) y yo estábamos animadas por esta actividad, pero al subir los edificios piso por piso antes del evento (ya que el elevador no servía).

Sentimos el calor brutal de Panamá mientras caminábamos por el edificio, piso por piso. Sudando y exhaustas, vimos cerradas la mayoría de las puertas de los apartamentos, debido a que las personas se encontraban trabajando. Admito que estuvimos tentadas a no tocar todas las puertas, porque casi nadie respondía. Aun así, decidimos hacerlo. Sin embargo, decidimos seguir adelante.

Al llegar al quinto piso el cansancio y calor eran más fuertes, pero solo pausábamos para tocar en cada puerta. Cuando llegamos al octavo piso, vimos uno de los apartamentos con una puerta blanca que estaba completamente cerrado. Pensamos que no habría personas en su interior, sin embargo, decidimos llamar. ¡Para nuestra sorpresa, Gabriel de 14 años y Elías de 5 años abrieron la puerta! Les dimos la invitación y dijeron que vendrían. Realmente no sabíamos si llegarían, pero nos alegramos de ver que alguien abriera su puerta y pudiera escucharnos.

Cuando llegó el día de la Escuela Bíblica de Vacaciones, Elías y su hermano Gabriel fueron los primeros en llegar. Estaban bañados y muy bien peinados con la expectativa de lo que haríamos ese día. Ese fue el comienzo de algo grande que Dios haría.

Asistieron todos los días a la Escuela Bíblica, y observamos que Elías era un niño muy atento, obediente y noble. Su maestra de esos días estaba encantada con su participación. Al terminar nuestro evento, otra de las actividades a realizar en ese lugar fue la proyección de una película evangelística. Elías no paraba de recordarle a sus padres que debían asistir. Todos los días les mencionaba que veríamos una película y que ellos deberían estar ahí.

Sus padres llegaron puntuales a nuestra actividad y fue así como los conocimos. Era una familia venezolana que había dejado su país buscando mejores oportunidades de vida. Gracias a la insistencia de Elías, sus padres, hermano y tía llegaron a nuestros cultos, y además ofrecieron su casa para tener reuniones con adultos.

La vida de esta familia se ha transformado. Vinieron a Panamá buscando una vida mejor, pero Dios les ha dado algo aún mayor. ¡Cristo ha venido a su hogar, y Dios ha usado a Elías de una manera increíble!

No debemos subestimar la capacidad de los niños. La Biblia dice que el reino de los cielos pertenece a personas como estas. A través de este niño, el reino de Dios vino a este hogar. Dios es quien abre puertas. Solo debemos estar dispuestos a tocar. A veces se esconde una gran historia detrás de una de esas puertas cerradas.

Esta historia apareció originalmente en Transforma el mundo. Para leer más, haga clic aquí.

--Iglesia del Nazareno Región Mesoamérica