¡Les tenemos buenas noticias! La iglesia está bien y llena de vida en todo el mundo. Seguimos escuchando increíbles historias de compasión, misiones, hospitalidad, generosidad, salvación y transformación de nuestras congregaciones locales en todas partes. Gracias por su continua participación en la misión de Dios en el mundo.

¡El 2020 casi ha terminado! Sí, solo hacen falta ocho semanas para que este año termine. Este año pasará a la historia por varias cosas en diferentes partes del mundo, pero principalmente como el año del pánico global por el coronavirus. COVID-19 ha causado mucha incertidumbre, incluyendo un nuevo nivel de tensión y ansiedad. Los efectos nos acompañarán durante mucho tiempo.

Varios estudios apuntan a que los problemas de salud mental han aumentado significativamente en esta temporada de pandemia global y de muchos otros desafíos que enfrentamos en nuestro mundo actual. En particular, reconocemos que este ha sido un año desafiante para los pastores y líderes que se han visto ante la necesidad de hacer cambios continuos y sin precedentes en la vida de la iglesia. Nuestra oración es "que tengas salud" (3 Juan 2), incluso durante estos días sin precedentes. 

Les animamos a cuidar de sí mismos. Tómense un tiempo para descansar y alejarse un poco de sus obligaciones con el fin de revitalizarse. Es crucial buscar una comunidad de personas que representen un espacio seguro para que les pueda compartir cómo se encuentra en su caminar espiritual. También es importante buscar los recursos y herramientas apropiados para su bienestar durante esta temporada. Busque ayuda médica o terapia si lo considera necesario; no intente llevar esta carga solo.

Permitir que otros sean parte de nuestro caminar es una expresión de confianza en Dios de que puede usar a otros para suplir nuestras necesidades de salud espiritual, física y mental. Por otro lado, ser una comunidad donde otros pueden encontrar sanidad es una señal de nuestra disposición de participar con Dios en Su obra. Somos creados para vivir en comunidad. Nos pertenecemos los unos a los otros, somos el cuerpo de Cristo. Es por eso que nos apoyamos mutuamente en oraciones de intercesión por el mundo y por todos nosotros.   
 
Cuando llevamos las necesidades de los demás al Señor en oración, expresamos nuestra voluntad de ser utilizados por Dios como Sus instrumentos y conductos a través de los cuales otras personas pueden tener un encuentro con Dios y experimentar Su santidad, poder, sanidad y amor. Un acto de sumisión al Señorío de nuestro Dios y un testimonio de nuestra fe en Dios es cuando confiamos en Él y abandonamos nuestros planes de autosuficiencia.  

No que estemos tratando de promover una visión ciega y optimista de la vida en medio de la tormenta. Debemos depositar nuestra confianza en lo que Cristo ha hecho por nosotros teniendo la certeza de que Su presencia está con nosotros. Debemos estar atentos a Su voz a medida que buscamos discernir Sus propósitos y mientras navegamos por momentos desafiantes en nuestras vidas y velamos los unos por los otros.
 
Hemos sido justificados con Dios a través de la muerte y la resurrección de Jesús. Hemos sido invitados a asociarnos con Dios en Su misión en el mundo, que incluye la sanidad de la persona en su totalidad. Que seamos conocidos por ser un pueblo que se ayuda mutuamente a conocer y experimentar la obra de Dios en esta vida, independientemente de las dificultades en nuestro caminar.