Una iglesia en Washington conecta con la población sin hogar mediante donaciones de alimentos
Con la llegada del frío invernal, la ciudad de Vancouver (Washington) instala pequeñas aldeas y áreas de aparcamiento seguras para quienes no tienen casa o viven en sus automóviles.
Los pastores Kevin y Jeni Campbell-White, de Hillcrest Church of the Nazarene, pasaron por delante de una de estas aldeas recién montadas en el centro de Vancouver y comentaron lo maravilloso que sería colaborar de alguna manera con esta iniciativa. No tenían ni idea de lo que Dios les tenía preparado.
A la semana siguiente, la iglesia de Hillcrest recibió una llamada aparentemente al azar de un restaurante Chipotle de la zona que abriría en breve. El personal buscaba un socio para distribuir alimentos que se cocinarían durante su semana de entrenamiento antes de la gran inauguración. Los miembros de Hillcrest Church se pusieron inmediatamente en acción, contactando con refugios y ministerios de toda la ciudad y apuntándose para ser las manos y los pies de Jesús repartiendo comida a los necesitados.
Se pusieron en contacto con los responsables municipales de las distintas zonas de casas pequeñas para averiguar cuáles necesitaban más ayuda, e incluso contactaron con un refugio similar al otro lado del río Columbia, en Portland (Oregon).
Unas semanas más tarde, el primer equipo de Hillcrest se presentó a trabajar en el nuevo Chipotle Mexican Grill, abierto a un kilómetro y medio de la iglesia. Durante cinco días, los voluntarios se presentaron a las 2:00 p. m. o a las 8:00 p. m., se repartieron la comida y se distribuyeron por toda la ciudad, dando comida recién preparada a cientos de personas.
Ya vivan en refugios temporales, centros de rehabilitación o tiendas de campaña a un lado de la carretera, las comidas frescas y calientes abundaron durante las fiestas de fin de año.
"En total, se distribuyeron más de 770 kilogramos de alimentos a personas que veían con los ojos muy abiertos la generosidad tangible de nuestro gran Dios", dijo Kevin.
A medida que los voluntarios iban conociendo a los gerentes de Chipotle, compartían historias del impacto que estaban teniendo; y los empleados empezaron a entusiasmarse por formar parte de la bendición de su ciudad. Además de atender a la población sin hogar, Hillcrest Church también se conectó con dos escuelas primarias locales y bendijo a todo su personal con el almuerzo en uno de los días.
Cuando los cinco días llegaron a su fin, se iniciaron conversaciones para continuar la distribución de alimentos que, de otro modo, se tirarían a la basura.
"Estamos impacientes por ver cómo Dios utiliza estas nuevas colaboraciones para trabajar a través de nosotros y compartir su amor con nuestra ciudad de forma tangible", dijo Kevin.