En el corazón de la Iglesia del Nazareno Fort Recovery, una iglesia con mentalidad misionera en el norte de Ohio hay dos mujeres que se llaman a sí mismas las "Bag Ladies" (Damas de las bolsas). Pueden hacer una bolsa desde cero en ocho minutos y bromear diciendo que se tarda más en cortar la tela que en hacer la bolsa.

Esther Jetter, de 103 años, y su amiga Emily Daugherty han cosido miles de bolsas que se envían al extranjero. Han llenado pedidos para una escuela en Haití, han confeccionado bolsas para las víctimas de la trata de personas en África y actualmente están en medio de un proyecto de mil bolsas que combina las bolsas con las Biblias que se envían a África a través de la Asociación de Literatura Cristiana para África.

-Puede que no tengan algo para poner sus artículos -dijo Daugherty-. "Piénsa en esto, en los Estados Unidos estamos tan malcriados. Una bolsa de tela de 50 pulgadas cuadradas es muy importante para ellos ".

Daugherty ha quemado dos máquinas de coser desde que comenzaron su ministerio y casi queman una tercera la semana pasada. Pero el Señor ha continuado proveyendo para las dos, quienes nunca han tenido que pagar por telas o una máquina de coser.

Alguien donó un resorte para mantener viva la máquina de coser de Daugherty, y la mayor parte de la tela que usan las amigas es donada o recogida de las ventas en casas por miembros de la comunidad que conocen su proyecto. Las viejas cortinas de ventanas, manteles, camisas y vestidos se han convertido en bolsas que se han enviado al extranjero.

-Dios supervisa esto -dijo Daugherty-. "Estamos tan bendecidas de poder hacer esto".

Cada bolsa está confeccionada con diferentes materiales.

"Quiero que (las bolsas) sean exclusivamente suyas", dijo Daugherty. "Hago mis oraciones cuando estoy cosiendo para que donde vayan, sean útiles y bendigan a alguien".

Por un tiempo, solo fueron Jetter y Daughterty. Cuando asumieron el proyecto de las mil bolsas, vieron que su grupo aumentaba de dos a cuatro. Después de que saliera un artículo en un periódico local, el grupo de voluntarios creció a una docena.

Si bien la iglesia ha tenido altibajos desde su fundación en 1928, reduciéndose a solo 30 personas y aumentando de nuevo a aproximadamente 75 durante los servicios dominicales, el corazón de las misiones nunca murió.

Esther y su ahora fallecido esposo, George Jetter, se mudaron a la ciudad en 1945 cuando George creó una fundición de latón y zinc llamada Fort Recovery Industries.

"De hecho, tiramos de la cadena en nuestros inodoros debido a George Jetter", bromeó Daugherty. "Él inventó la pieza que va en la parte posterior".

George y Esther ayudaron a inculcar un espíritu misionero en la congregación desde el principio, ya que estaban involucrados en muchos proyectos humanitarios con la Iglesia del Nazareno en países de todo el mundo. Su hijo, Paul Jetter, eventualmente se convirtió en un misionero nazareno que sirvió en las Bahamas, Costa Rica, la República Dominicana y Honduras de 1976 a 1990.

El tío abuelo de Daugherty era miembro fundador de la Iglesia del Nazareno en Fort Recovery, y Daugherty ha asistido allí toda su vida.

-Siento que estoy llevando el legado -dijo Daugherty-.