Obedecer el llamado de Dios: El testimonio de una misionera en Tailandia
Para muchos misioneros de todo el mundo, la familia que dejan siempre está en su mente. Existe preocupación acerca de quién cuidará de sus padres ancianos y una sensación de dolor al saber que sus hijos crecerán separados de sus parientes.
“Realmente puedo decir que no soy solo yo, sino toda mi familia está sirviendo al Señor al permitirme ir en las misiones”, dijo Sarah Palosa, una misionera voluntaria que actualmente sirve en Chiang Mai, Tailandia.
Palosa creció en Cavite, Filipinas, y se graduó del Visayan Nazarene Bible College (ahora Central Philippine Nazarene College) en Cebú. En su último año de estudios, Palosa conoció a personas que sufrían de injusticias. Ella sentía que nadie los estaba escuchando y tenía un fuerte deseo de usar las habilidades que Dios le había dado para ayudar de alguna manera. Entonces, se fue a estudiar comunicación cristiana en el Seminario Teológico Nazareno en Asia-Pacífico.
A medida que crecía su pasión por las misiones, Palosa se inspiró en las palabras de Frederick Buechner: "El lugar donde Dios te llama es el lugar donde coinciden tu profunda alegría y el hambre del mundo". Como resultado, dice que su punto de vista cambió.
"En lugar de usar mis habilidades de comunicación para mí, quiero usar mis habilidades y pasión para ayudar a otras personas y de alguna manera ayudar a la iglesia", dijo Palosa.
Cuando surgió la oportunidad de servir en Tailandia, Palosa se sintió nerviosa sobre cómo podría reaccionar su familia. En la cultura filipina, se espera que el mayor ayude a mantener a sus padres. Pero ellos le dijeron: “Vamos a apoyarte todo el camino, y veremos lo que sucede y a dónde te guía el Señor. Si él quiere que te vayas, él proveerá todo ".
“No es solo mi obediencia; es realmente la obediencia de mis padres”, dijo Palosa. "Siempre me pongo emocional cuando pienso en ello porque sé que es difícil para ellos".
Ella continuó: “Tienen sus deseos para mí, pero los ponen a un lado porque lo que el Señor desea para mí es el enfoque principal. Estoy muy agradecida por mis padres. Siempre me decían: ‘Lo que sea, donde sea y cuando sea que el Señor te dirija, solo ve’. Siento su apoyo y sus oraciones. Me sorprende cómo siguieron al Señor también".
Palosa cree firmemente que cuando alguien dice que sí al llamado de Dios, no es solo una persona que está obedeciendo la Gran Comisión, sino que es la obediencia de su familia, amigos y la iglesia que lo envía.
"Es obediencia comunitaria, no solo obediencia individual", dijo Palosa. “No puedo decir simplemente que obedezco al Señor, pero es como si obedeciéramos al Señor. Es una conexión. Junto a mí están mi familia, mis amigos y la gente de mi iglesia. Porque ellos obedecen al Señor, yo puedo obedecer al Señor”.
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