Iglesia en Kansas ayuda a su comunidad a sobrellevar los desafíos que ha traído el coronavirus
Pleasant Hill Church of the Nazarene dio un paso al frente cuando el gobierno estatal cerró las escuelas por el resto del año académico debido a la pandemia de COVID-19. Gracias a una relación ya existente entre la iglesia y la escuela primaria local, la Iglesia en Pleasant Hill ofreció ayudar a la escuela a medida que avanzan a un programa de aprendizaje en línea durante el resto del año.
"Cuando escuché que la gobernadora mandó a cerrar las escuelas por el resto del año, contacté inmediatamente a nuestro superintendente escolar, directores, consejeros y personal de almuerzo para ofrecer la ayuda de nuestra iglesia de cualquier manera", dijo James Davis, pastor de Pleasant Hill.
Los líderes de la Iglesia se enteraron de que no todos los estudiantes tienen acceso a Internet para participar en el aprendizaje en línea, por lo que Pleasant Hill le ofreció su Wi-Fi al distrito.
"De los 10 estudiantes que necesitaban asistencia con Wi-Fi, ocho de ellos usan las instalaciones de nuestra iglesia", dijo Davis.
Aunque no hay casos confirmados de coronavirus en el área, los efectos del virus han comenzado a filtrarse a esta ciudad rural en Kansas. Muchos de los residentes de la ciudad trabajan en ciudades cercanas, como Hutchinson, a unos 30 minutos de distancia, y Wichita, a unos 75 kilómetros de distancia, y algunos han comenzado a perder sus empleos.
Otro problema es el hecho de que la ciudad de Sylvia no tiene una tienda de comestibles. Los residentes tienen que viajar fuera de los límites de la ciudad para obtener sus alimentos, una tarea difícil para aquellos que pueden estar en mayor riesgo de COVID-19.
En noviembre, Pleasant Hill abrió una despensa de alimentos, sin saber cuánto se necesitaría en los próximos meses. Ahora atienden de 12-15 familias con problemas financieros por semana debido a despidos a causa de la pandemia.
Davis ahora ve la oportunidad que la iglesia tiene para causar un impacto durante este momento desafiante.
"Esta realidad actual es un desafío para todos, pero también es una oportunidad increíble para encarnar a Cristo en nuestras comunidades", dijo Davis. “No podemos adorar juntos en las instalaciones de la iglesia, pero adoramos a Dios continuamente a través de nuestra vida diaria. Nuestras vidas sirven de un mejor testimonio que termina siendo más público que las largas horas de sermones".