Una oportunidad en la vida — Trabajo y testimonio
La Iglesia Comunidad de Gracia (Grace Community Church) de Montrose, Colorado, trajo un equipo familiar para trabajar en las montañas de una comunidad quichua llamada Castillo en Ecuador. Castillo es una iglesia hija de la Iglesia del Nazareno en Guaranda, donde los pastores Andrés y Marcia pastorean a 300 niños de programas de Compasión Internacional, 80 adultos y 40 jóvenes semanalmente.
La iglesia de Castillo es completamente nueva, pero es difícil darse cuenta por las muchas palabras de aliento y el cálido recibimiento que el equipo recibió la primera noche. Una y otra vez, la gente de la comunidad les agradeció por venir a construir una iglesia con ellos y para sus hijos. Una de las madres compartió con los ojos llorosos el último día: “Gracias por venir y construir, y darles a nuestros hijos una oportunidad en la vida.” Los niños recibirán una comida caliente y clases al menos una vez por semana y luego los domingos irán con sus padres para aprender y tomar un refrigerio.
Todos los días empezaron con una oración en círculo con el equipo y los futuros miembros de la iglesia en la comunidad. El progreso del edificio fue rápido y, al final de la semana, el edificio tenía paredes y un techo para brindar protección contra la lluvia durante el servicio de la iglesia del domingo por la tarde y el almuerzo típico, que incluía el conejillo de indias. A pesar de que llovió, a veces el equipo no tenía agua para mezclar el concreto, por lo que tendían que ir al pequeño arroyo llevar agua para ponerla en barriles.
La propiedad de la iglesia de Castillo fue donada por la comunidad, una propiedad que se había traspasado de generaciones anteriores. Los niños de la escuela pasaban su tiempo de recreo, pidiéndoles a los integrantes del equipo que les hablaran en inglés y, por supuesto, esperando recibir un refrigerio estadounidense.
El equipo realizó actividades por la tarde para los niños, incluso con lluvia frecuente. Una tarde mientras, estaban jugando con un paracaídas y terminaron haciendo un paraguas con el paracaídas, cantaron canciones y contaron historias bíblicas debajo del paracaídas hasta que dejó de llover. La última tarde, el pastor Andrés presentó los colores de la salvación mientras los niños hacían sus propias pulseras y ¡los 80 niños invitaron a Jesús a sus corazones!
¡Uno de los jóvenes compartió la última noche que sintió que esta semana fue especial porque usó este tiempo para acercarse más al Señor!