DeLong creció en la casa de un pastor y recuerda que comenzó a rebelarse a una edad temprana después de perder amigos debido a las frecuentes mudanzas de la familia.

A la edad de 12 años, DeLong recuerda haber encontrado un cigarrillo en el suelo y haberse escabullido al bosque para fumarlo.

“Justo antes de encender ese cigarrillo, escuché una voz que me decía: 'Si haces eso, no hay vuelta atrás'”, dijo DeLong. “Recuerdo haber respondido en voz alta: 'No me importa'. Encendí ese cigarrillo.

Los cigarrillos se convirtieron en marihuana, luego en cerveza y finalmente en drogas psicodélicas cuando cumplió 16 años. En el exterior, era un estudiante sobresaliente que fue al grupo de jóvenes y se destacó en tres deportes diferentes.

Eso cambió durante su primer año en Olivet Nazarene University, cuando ya no pudo ocultar sus adicciones. Fue expulsado después de un semestre.

“La bebida, el olor a hierba cuando entraba en el dormitorio; ya fueron demasiado”, dijo DeLong. “Casi mato a alguien en un accidente automovilístico y me dijeron que tenía que irme”.

Unos meses después de regresar con su familia en Carolina del Norte, DeLong tuvo un incidente por conducir bajo influencia de estupefacientes. Esta vez, chocó de frente con otro auto y fue enviado a prisión.

Reanudó sus adicciones después de su liberación, consumiendo cocaína y metanfetamina también. Entre intentos fallidos de recuperación de la adicción, asistió a un servicio de avivamiento y sintió un llamado al ministerio. Intentó asistir al Nazarene Bible College y a Trevecca Nazarene University, pero sus adicciones volvieron a vencerlo.

DeLong trabajó en trabajos de construcción entre períodos de prisión y fue acusado de más delitos graves después de escribirse cheques de pago falsos para alimentar sus adicciones. Su situación se agravó aún más después de que golpeó a un oficial federal y terminó en uno de los bloques de celdas más peligrosos de la prisión. A los 37 años, DeLong se preguntó cómo terminó en su situación actual.
“Con la forma en que Dios orquestó a mi familia en mi vida, ¿cómo llegué a este lugar cuando había tanto para mí? se preguntó DeLong. “Entonces, oré. Le dije al Señor: 'Ya no puedo hacer esto. llegué al límite. He arruinado mi vida. Me has demostrado que si tengo el control, siempre perderé.

“'Dios, te doy mi vida si puedes hacer algo porque no tengo nada. No hay nada en mi vida que pueda ofrecerte. Todo lo que me queda soy yo. Y Dios me dijo: 'Eso es todo lo que siempre he querido'”.

A partir de ese momento, DeLong ha mantenido su sobriedad, ahora por 16 años.

Durante el juicio de sentencia por su cargo final de delito grave, el juez notó que DeLong sostenía un folleto para un centro de rehabilitación y le preguntó si DeLong quería ir allí. DeLong le pidió al juez que ordenara su asistencia, por lo que el juez hizo arreglos para que DeLong terminara su sentencia allí.

Al reingresar a la sociedad, DeLong tomó clases a través del Distrito de Carolina, que tenía un programa de extensión a través del Nazarene Bible College. Recibió su licencia de distrito y comenzó a pastorear en Hickory Church of the Nazarene. Inmediatamente involucró a su iglesia en el ministerio de recuperación, ayudando a fundar el Centro de Recuperación para Mujeres Capstone.

DeLong también ha comenzado a impartir cursos de reingreso a la sociedad para presos de tres penitenciarías diferentes cuyas sentencias están llegando a su fin. Les enseña durante dos meses de cada trimestre, ayudando a los presos a establecer cuentas bancarias, hacer las paces con la familia e incluso mantener la sobriedad.
Desde que decidió entregarle su vida a Dios en esa celda de la prisión, DeLong ha reconocido cómo Dios ha orquestado todo en su vida.

“Cuando comencé a dar mi testimonio por primera vez, siempre se trataba de las cosas malas y de ver cuán lejos me había sacado Dios”, dijo DeLong. “Pero ahora, es como si miro lo que Dios está haciendo y las puertas que está abriendo. Hay familias con adictos, familias con miembros encarcelados o personas con papás que murieron por una sobredosis. Dondequiera que vamos, nos encontramos con familias a las que podemos llegar”.