Ashrafieh Church of the Nazarene en Jordania cerró sus puertas durante más de un año debido a la pandemia de COVID-19. El domingo de Pentecostés, la iglesia pudo realizar su primer servicio en persona desde marzo de 2020, lo que ha dado nueva vida a los ministerios de la congregación.

El servicio del domingo de Pentecostés vio una casa llena de personas deseosos adorar al Señor juntas por primera vez en mucho tiempo. El pastor principal Khalil dijo que más de 400 personas llenaron el santuario hasta la parte del balcón.

“25 personas entregaron sus vidas a Cristo con lágrimas en los ojos”, dijo Khalil. “Los invité a pasar al frente, y corrieron al frente para decirles a todos que se habían arrepentido y que querían cambiar sus vidas. Comenzaron a llorar y sentimos que el Espíritu Santo se movía entre su pueblo”.

Khalil predicó un mensaje alentador sobre la esperanza que los cristianos tienen en Cristo.

"En el Medio Oriente, las noticias que salen de aquí al exterior, lamentablemente, siempre son malas noticias sobre la guerra, los refugiados y la gente que huye de aquí para allá", dijo Khalil. “Toda la zona parece en llamas y llena de miedo y trauma. Pero Dios puso en nuestros corazones pararnos en la brecha y ser luz. Tenemos un mensaje de esperanza y amor. Necesitamos estar de pie y reflejar Su luz y dar esperanza a aquellos que han perdido la suya”.

Khalil y su iglesia soportaron dificultades durante la pandemia. La iglesia sirve a casi 800 familias de refugiados que escaparon de las guerras en Siria e Irak. Tuvieron que ser creativos para atenderlos en medio de la pandemia.

“Este fue el mayor desafío: cómo servir a los refugiados y darles el evangelio, especialmente cuando algunas semanas ni siquiera podíamos salir de nuestra casa”, dijo Khalil. “Fue un encierro total; sin carros, sin caminar".

Cuando disminuyeron los bloqueos, los miembros de la iglesia comenzaron a preparar paquetes de alimentos y a reunirse con los refugiados nuevamente para averiguar cuáles eran sus necesidades. Alimentaron a las familias, pagaron el alquiler para quienes no tenían los recursos y prepararon alimentos de manera segura para quienes estaban infectados con COVID-19. Además, les distribuyeron medicamentos y vitaminas a las personas para ayudarlas a mantenerse saludables.

Khalil y su familia también convirtieron su casa en un estudio desde donde conducían un programa en línea todas las noches. Una de sus hijas dirigía el tiempo de adoración mientras que su otra hija se encargaba de los aspectos técnicos de audio y la filmación, y su esposa anunciaba y promovía los servicios en línea.

“Cada noche, cuando comenzamos, abrimos con 100 personas”, dijo Halaseh. “Pero cuando cerramos, cerramos con 500, [luego] 5000, 10,000, 20,000 personas. Fue algo que superó nuestra imaginación, pero Dios abrió esa oportunidad de oro durante ese tiempo difícil para que pudiéramos extender la mano y dar ese mensaje de esperanza a todos”.

Desde que celebraron el servicio de Pentecostés, Khalil y el resto del personal de Ashrafieh han visto un crecimiento significativo en la asistencia en toda la iglesia, desde los servicios para jóvenes hasta las reuniones de oración de los miércoles por la noche. Khalil cree que el servicio de Pentecostés ha marcado el comienzo de una nueva temporada para Ashrafieh.

“Cuando comenzamos de nuevo el día de Pentecostés, declaramos que la presencia de Dios estaba allí”, dijo Khalil. “Debido a los cierres, la gente estaba deprimida y decepcionada. Tenían temor en sus corazones y no estaban felices, ni sentían contentamiento. Pero después del Pentecostés, parece que la temporada ha terminado y ha comenzado una nueva. Alabo a Dios por la nueva temporada que ha creado".