Formación en salud mental en el centro de la ayuda a las víctimas de la guerra en Ucrania
Este enero, en la frontera entre Polonia y Ucrania, se reunieron un grupo de ucranianos. El evento fue una colaboración entre el Área Norte de Eurasia, el Área Europa Central, Ministerios Nazarenos de Compasión (MNC) y Global Care Force. Hombres y mujeres de todas las procedencias se reunieron para aprender más sobre los efectos del trauma. La Iglesia del Nazareno Región Eurasia se sentó y entrevistó a varios participantes durante la formación.
A principios de 2022, Svitlana Kleshchar huyó de Ucrania al comienzo de la guerra. Regresó meses después para enfrentarse a una nueva realidad: la realidad de una vida vivida en constante estrés tóxico.
"Cuando volví, vi que mucha gente estaba traumatizada", dijo Kleshchar. "Y lo mismo me pasó a mí".
Ella se puso en contacto con su colega de la Iglesia del Nazareno, Crystal Gibbons, para explicarle lo que estaba viendo en su propia iglesia y comunidad.
"Necesitamos ayuda, ayuda psicológica", compartió Kleshchar con Gibbons. "No sólo comida o ropa; sino, sobre todo, ayuda psicológica".
Las experiencias de Kleshchar coincidían con otros informes procedentes del país. A través de una asociación con Global Care Force, la Iglesia del Nazareno y MNC habían estado apoyando la entrada en Ucrania de equipos de profesionales sanitarios. Cada mes, un equipo dirigido por Roxanne Jones, de Global Care Force, pasaba un tiempo en diferentes ciudades, proporcionando atención médica allí donde se necesitaba. Los informes eran desalentadores.
"Lo que más veían, de forma abrumadora, era TEPT, ansiedad: traumas complejos importantes", dijo Gibbons. "Y no tenían nada para ayudar con eso".
Provistos de esta información, Gibbons, Kleshchar, Jones y un pequeño equipo de nazarenos de diversas áreas empezaron a diseñar una experiencia intencional e inmersiva cuyo objetivo sería proporcionar esperanza y sanación a los ucranianos que sufrían el estrés tóxico de la guerra.
"Parecía algo abrumador", recuerda Gibbons. "Todo el mundo en el país está experimentando un trauma de alguna manera. ¿Cómo podríamos marcar la diferencia?".
Pero, añade, "simplemente decidimos, vamos a intentar hacer algo".
El equipo puso manos a la obra para recopilar recursos de atención al trauma procedentes de líderes mundiales en esa área. El objetivo: dotar a los laicos de conocimientos básicos sobre el trauma y capacitarlos para compartir habilidades que aumenten la resiliencia.
Kleshchar actuó como coordinadora nacional, aportando su visión cultural y asegurándose de que los materiales fueran relevantes para el público ucraniano. La traumatóloga ucraniana Olya Pavlishina aceptó ser asesora in situ durante toda la semana. La especialista en traumas Kate Reed se encargó de presentar el material y las herramientas. Estaba encantada de colaborar con una organización religiosa que daba prioridad a la salud mental.
"Ha sido muy emocionante ver a la iglesia y a personas de todo el mundo formar parte de este movimiento para reconocer el impacto del trauma", dijo Reed. "Sabemos que si una persona sufre seis o más experiencias traumáticas antes de cumplir 18 años, su esperanza de vida es 20 años menor".
Pero, añade, que lo que es previsible es evitable.
"Construyamos los sistemas para apoyarles", dijo Reed. "Hemos tenido muy presente que no se trata de una formación puntual. Es un cambio cultural, un cambio de paradigma, una nueva forma de vida. La forma en que vemos cómo el trauma afecta a todo. Y construimos el apoyo desde el principio".
Esta es una versión abreviada de un artículo publicado en el sitio web de la Región Eurasia. Para leer el artículo completo, haga clic aquí.